El pueblo estaba en ruinas, lleno de maleza, y sin acceso por
carretera. Los pobladores cuidan colectivamente de 3.000 hectáreas
(7.400 acres) de paisaje salvaje de montaña a una altitud de unos
1.000 m (3,300 pies). Los primeros pobladores vivían en tipis y
rápidamente despejaron los caminos antiguos, reconstruyeron la
escuela y repararon un canal de dos kilómetros para llevar agua a
la aldea. Comenzaron a crear huertos, a reconstruir casas en
ruinas e instalaron un sistema de transporte por cable que ha
ayudado a que más personas se estableciesen en el pueblo. La
comunidad se preocupa por el medio ambiente y cultiva sus propios
productos orgánicos, donde ahora está empezando a aparecer la
tercera generación de niños. Sigue atrayendo a gente de toda
Europa para vivir, tomar cursos, o simplemente visitarla. En el
video (arriba), uno de los habitantes del pueblo explica cómo
viven juntos y cómo unirse a su especial comunidad. Si estás
buscando una ecoaldea o si deseas dar a conocer tu ecoaldea
tenemos una lista en nuestro
grupo de construcción natural (requiere ser miembro de
Facebook). |
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